Filosofía
Pragmática
El
pragmatismo es una filosofía educativa que dice que la educación debe ser
acerca de la vida y el crecimiento (Appadurai,
1990). Es decir, los maestros deben enseñar a los estudiantes lo que es
práctico para la vida y animarlos a convertirse en mejores personas. Muchos
educadores famosos, incluyendo a John Dewey, eran pragmáticos (Carter
& O'neill, 1995). Para los pragmáticos, sólo aquellas cosas que son
experimentados u observados son reales. En la filosofía americana del siglo 19,
la atención se centraba en la realidad de la experiencia. A diferencia de los
realistas y racionalistas, los pragmáticos creen que la realidad está en
constante cambio y que aprendemos mejor a través de la aplicación de nuestras
experiencias y pensamientos sobre los problemas, a medida que surgen. No hay verdad absoluta e inmutable, sino más
bien, la verdad es lo que funciona. El pragmatismo se deriva de las enseñanzas
de Charles Sanders Pierce, quien creía que el pensamiento debe producir la
acción, en lugar de quedarse en la mente y conducir a la indecisión, (Clarke
& Newman, 2000).
John
Dewey (1859-1952) aplicó la filosofía pragmatista en sus planteamientos
progresistas. Él creía que los alumnos deben adaptarse a los demás y con su
entorno. Las escuelas deben hacer hincapié en el tema de la experiencia social.
Todo aprendizaje es dependiente del contexto de lugar, tiempo, y las
circunstancias. Los diferentes grupos culturales y étnicos aprenden a trabajar
en cooperación y contribuir a una sociedad democrática. El objetivo final es la
creación de un nuevo orden social. El desarrollo del carácter se basa en la
toma de decisiones en grupo a la luz de las consecuencias. Un ejemplo de esta
filosofía sería cuando los métodos de enseñanza se centran en la práctica en la
resolución de problemas, la experimentación y proyectos. Esto lo vemos cuando los
estudiantes trabajan en grupos en los programas de maestría y doctorado en
diversos centros universitarios de la nación. El currículo de estos programas, debe traer las disciplinas
en conjunto para centrarse en la resolución de problemas de manera
interdisciplinaria. De este modo se pueden aplicar los conocimientos a
situaciones reales a través de la investigación experimental. Esto prepara a
los estudiantes para la ciudadanía, la vida diaria, y las carreras futuras.
Filosofía
Esencialista
El
esencialismo es una filosofía centrada en el profesor que hace hincapié en la
práctica rigurosa con los temas tradicionales: lectura, escritura, matemáticas
y ciencias (Como dato curioso, estas son las materias que generalmente
enfatizan los programas subsidiados por fondos federales). Un plan de estudios
esencialista está estructurado para desarrollar la disciplina y una cultura
común de conocimientos. Los esencialistas
creen que hay una base común de conocimientos que debe ser transmitida a los
estudiantes de una manera sistemática y disciplinada. El énfasis en esta
perspectiva conservadora está en los estándares intelectuales y morales que las
escuelas deben enseñar. El núcleo del plan de estudios es el conocimiento y las
habilidades esenciales y rigor académico. Bajo esta filosofía, la escolaridad
debe ser práctica, sirve para la preparación de estudiantes para convertirse en
miembros valiosos de la sociedad. Se centra en hechos y en la formación de
estudiantes para leer, escribir, hablar y calcular con claridad y lógica. Las
escuelas no deben tratar de establecer o influir en las políticas. A los
estudiantes se les debe enseñar el trabajo duro, el respeto por la autoridad y
la disciplina. Este enfoque prevalecía en la década de 1920 y 1930. Algunos defensores de esencialismo son: James
D. Koerner, HG Rickover, Paul Copperman y Theodore Sizer, (Stronach, 1993).
Filosofía
Constructivista
El constructivismo consiste
en observar y en estudiar científicamente.
Se basa en los modos en que la gente aprende. Es sabido que las personas
desarrollan la comprensión propia y el saber del mundo, a través de las
experiencias y la reflexión de ellas. Cada vez que hallamos cosas nuevas, reconciliamos
las ideas y vivencias pasadas, esto cambia nuestras creencias, o quizás solo
desecha los datos nuevos recibidos como menos importantes. De cualquier modo,
somos pioneros activos del conocimiento propio. Por esto es que hacemos
preguntas, exploramos y evaluamos todo aquello que ya hemos aprendido. En la sala de clases, la visión
constructivista apunta hacia distintas prácticas. Generalmente, es sinónimo de
aliento a los alumnos para usar las experimentos, resolución de problemas del
mundo real, para aumentar el aprendizaje y luego de la reflexión, discutir acerca de lo que se ha hecho y el
modo en que su conocimiento ha ido cambiando.
El maestro guía las actividades para enfrentar a los alumnos y luego construye
el conocimiento sobre ello.
Definición
de currículo.
Es difícil que lo
definamos en palabras, porque el currículo es el plan de estudios hacia
cualquier experiencia que impacte los alumnos. Se refiere a los medios y
materiales con los que los estudiantes interactúan con el fin de lograr resultados
educativos identificados,
(Prensky, 2010). Es visto como un conjunto de
experiencias planificadas al que se enfrentan los estudiantes en las salas de
clases. Es en su esencia; cualquier experiencia que tenga el individuo, que lo
lleve al aprendizaje.
Perspectiva
curricular y comparación con los programas de transformación escolar
implementados en Puerto Rico
Nos inclinamos hacia la
filosofía constructivista. Las
tendencias pedagógicas en los programas de transformación escolar que operan actualmente
en Puerto Rico están situadas bajo una filosofía constructivista del
aprendizaje, (Glatthorn,
Boschee, Whitehead & Boschee, 2016). Estas tendencias también demuestran la
necesidad de reforzar los recursos curriculares en la educación especial, el
desarrollo sostenible y campos relacionados con la investigación sobre planes
de estudios y las teorías para que los estudiantes puedan examinar críticamente
tanto sus experiencias, como las experiencias ajenas en su diario vivir.
Referencias
Appadurai, A. 1990. “Disjuncture and difference in the Global
Cultural Economy”. In Global
Culture: nationalism,
globalization and modernity (Special Issue of Theory, Culture and Society),
Edited by: Featherstone, M. London: Sage.
Carter, D.S.G. and O'neill, M.H. 1995. International Perspectives
on Educational Reform and
Policy
Implementation, Brighton: Falmer.
Clarke, J. and Newman, J. Managing to survive: dilemmas of
changing organizational forms in
the public sector.
Social Policy Association Conference. University of Nottingham. unpublished
conference paper
Glatthorn, A. A., Boschee, F., Whitehead, B. M., & Boschee, B.
F. (2016). Curriculum
leadership: Strategies
for development and implementation (4th ed.). Los Angeles, CA: Sage
Publications.
Prensky, M. (2010). Teaching digital natives: Partnering for real
learning. Thousand Oaks, CA:
Corwin.
Stronach, I. 1993. Education, vocationalism and economic recovery:
the case against witchcraft.
British Journal
of Education and Work, 3: 5–31.
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